miércoles, 25 de mayo de 2011

¿Qué nos importa Zenón y su tortuga?

Charlando con unos amigos sobre lo que recuerdan de la filosofía que estudiaron en su juventud, varios coinciden en describir la paradoja de Zenón como un ‘coñazo insufrible’ o en exclamar al considerarla: ‘¡menuda basura!’. Uno se sorprende, porque son increíbles las implicaciones de la paradoja milenaria y los distintos puntos de vista desde los que puede presentarse para que resulte atractiva. Hoy intentaremos explicarla, y mañana, y quizás también pasado, hablaremos de sus implicaciones.

Lo primero que vamos a hacer es centrarnos en la paradoja en sí y olvidarnos de qué quería decir realmente Zenón (que no nos corresponde a nosotros decirlo), de si trataba de justificar a su maestro Parménides, o de si quería demostrar esto o aquello. Eso no nos inquieta ahora porque bastante chicha tiene ya el asunto.
Lo que nos preocupa es que la paradoja pone en marcha el pensamiento (igual que cuando se dijo por primera vez), te hace plantearte cosas inesperadas e incluso puede hacer cambiar el modo en el que ves el mundo. Podríamos cambiar a los protagonistas y la esencia de lo que se dice seguiría intacta, pero nos gustan Aquiles y la tortuga:

Aquiles, en la mitología griega, era el más veloz de los hombres. Un buen día decide echarle una carrera a una tortuga y, para que la cosa tenga algo de emoción, le da una buena ventaja. Al final emoción tuvo, y mucha, porque Aquiles nunca alcanzó a la tortuga. ¿Cómo?, ¿el más veloz de los hombres? Así es, cuando llegó al punto de donde partió la tortuga no había nadie, la tortuga había avanzado, lentamente, un poco más. Aquiles sigue corriendo hasta ese ‘poco más’ pero nuevamente la tortuga no está, ha vuelto a avanzar.

¿Por qué es paradójico esto? Porque tú y yo sabemos que ganamos a una tortuga a gatas, y sin embargo, si seguimos los pasos del pensamiento de Zenón, ya no lo tenemos claro en absoluto. Evidentemente cuando llegue al lugar del que partió la tortuga, por muy lenta que vaya, si está en movimiento, ya no estará allí. Y cuando desde ese lugar vaya al siguiente, por rápido que vaya Aquiles, algo habrá recorrido ya la tortuga, y tampoco estará ahí. Así estaríamos mil años y los mil siguientes.
En este momento Zenón tiene un argumento sólido en contra del movimiento, tiene una explicación, una demostración (por reducción al absurdo) de que realmente no hay movimiento, o de que no es posible, o de que si lo hay no puede distinguirse del reposo. Que a ti te lo puede parecer y todo lo que tú quieras, pero ¡demuéstralo, valiente, como ha hecho él!

¿Dónde estará la trampa, si es que la hay?

4 comentarios:

  1. Me encanta la imagen...

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  2. Veterano de Albaida25 de mayo de 2011, 16:45

    Umm, sigo pensando lo mismo. Prefiero a los empiristas y no perder el tiempo divagando.

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  3. Aplicando las leyes de la Física...si Aquiles va más rápido que la Tortuga, más tarde o más temprano alcanzará a la Tortuga, estoy con la opinión de Veterano de Albaida...y Felicidades por el Blog!

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  4. ¡Gracias Deckard! Como se dice en la entrada de hoy, afortunadamente la gente no es tonta ;)

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