viernes, 6 de mayo de 2011

El precio del dinero y otras mentiras (II)

(Viene de la entrada de ayer)
¡Bienvenidos de nuevo! Seguimos aquí con el prof. Gorroño, ansioso por que continuemos lo que ayer el tiempo no nos permitió acabar.

Prof. Gorrroño: Oiga si hay que venir otro día, se viene…

Habíamos llegado al acuerdo de que si en esta amistosa conversación dijésemos algo que resulte verdad sobre lo que fuese, usted la admitiría aun cuando para llegar a esa verdad no hubiésemos recorrido el tedioso camino de la Ciencia ni utilizado sus métodos, sino que debido a su práctica, y a el trato que ha tenido ya con la verdad, y a la Educación que pagaron sus adinerados progenitores, si reconociese algo verdadero lo admitiría como el que reconoce que un rostro o cuerpo es bello porque ya ha de tener cierta noción de la belleza y, sinceramente, poco nos importa aquí si se puede demostrar o no científicamente esto o lo otro, sino que entendemos que buscando la verdad es más fácil toparse con ella.

Prof. Gorrroño: Que sííí, ¡venga suéltelo!

Hay una disciplina, la Economía, que como usted sabrá sólo utiliza una magnitud: el Dinero, y que pretende tener ciertas leyes como la Ley de la oferta y la demanda. En su vida diaria usted no habrá oído ‘Eso es por la cinemática’ jamás, y sin embargo, es difícil que no haya escuchado al menos una vez cada semana ‘Es por la ley de la oferta y la demanda’ para justificar esto y aquello. Por ejemplo, suben la gasolina porque hay más demanda y menos oferta ya que se está bombardeando tal o cual país; o, sube el precio del oro como nunca porque hay una demanda impresionante; o, bajan los salarios de los trabajadores porque hay mucha oferta y poca demanda; y un sinfín de ejemplos con los que se topa constantemente y, permítame hacer un inciso, ¿no le parece curioso que con tanta oferta y demanda por todos lados, en una sociedad en la que se va a tirar consumiendo esto, lo otro y aquello que tampoco necesita, desde que se levante hasta que se acueste, ni usted ni nosotros hayamos sido aleccionados en lo que sea esta disciplina llamada Economía y sí en la cinemática?

Prof. Gorrroño: Le digo que ahora que lo plantea a mí también me resulta curioso y que no lo había pensado antes.

¿Siguen sus leyes tan inmutables como ayer?

Prof. Gorrroño: Por supuesto, y así seguirán hasta que se demuestre lo contrario.

¿Lo contrario?

Prof. Gorrroño: Sí, por continuar con su ejemplo, si es usted capaz de dar con un solo caso en que no se cumpla la ecuación de la que ayer hablamos, me quitaría el sombrero y le diría que las leyes de la cinemática no son más que basura a partir de ese momento.

¡Qué curioso!, justo lo que le íbamos a comentar. Ocurre que hay ejemplos a diario que echan por tierra la Ley de la oferta y la demanda. Lo tengo grabado en mi mente porque me encanta la ternera, pero como pollo que es más barato. ¿Recuerda aquello que llamaron el ‘mal de las vacas locas’? Empezó en el Reino Unido y la gente se escandalizó, nadie comía carne de ternera. El gobierno decía que no pasaba nada, pero parece que la gente no tiene costumbre de fiarse del gobierno y no compraba ternera ni el Tato. Tenemos pues una oferta increíble y una demanda prácticamente nula. ¿Sabe usted cuanto bajó el precio de la ternera?

Prof. Gorrroño: No lo recuerdo.

Yo sí, no bajó. Como sabrá no hace ni un lustro los pisos se vendían sobre el papel, es decir, te vendían la promesa de que iban a construirte un pisito, o un increíble chalé adosado del mismo tamaño que el piso pero, con jardín testimonial (por si alguien tenía flatulencias en la familia). Hoy hay un montón de pisos ya construidos que no se venden. De nuevo una oferta increíble y una demanda muy baja, esto no se lo recuerdo porque lo sabe, los precios de los pisos han bajado una miseria comparados con precios de máximos. Seguro que si piensa un poco encuentra más ejemplos, y llegará a la misma conclusión ‘parece que la ley de la oferta y la demanda sólo funciona a veces’

Prof. Gorrroño: Eso parece y le digo desde ya que eso no es una Ley.

Gracias profesor, hemos descubierto por aquí, no sólo que nos engañan los que pretenden explicar el porqué de algo utilizando esta Ley, sino que, como ya se ha insinuado, el Dinero que es el cimiento mismo, la raíz de la Economía, es una magnitud que mide rematadamente mal. Así los economistas hablan del Precio del dinero porque el dinero que tienes hoy no vale lo mismo que el de mañana, pero no sólo eso, sino que una misma cosa no vale lo mismo aquí que en Brasil. Resulta así que para el que no sabe (no sabe que tal banco va a ser rescatado, no sabe que va a quebrar Lehman Brothers, no sabe que el Estado va a inyectar infinitos millones de papelitos a tal o cual bolsa o banco o país) no por incapacidad sino por ocultamiento, el que no sabe, percibe como impredecible todo lo que tiene que ver con la Economía.

Pero esto no es todo, ¿no cree que si efectivamente hubiese leyes económicas, es decir, una ciencia cuyo objeto fuese realmente cómo multiplicar el dinero y cómo no perderlo, o cómo administrarlo mejor, (como pretenden hacernos creer), no habría ningún Licenciado en Económicas estudiando unas oposiciones para Auxiliar Administrativo del Estado, sino que todos serían ricos o, en el peor de los casos, algún loco renunciase al dinero y estudiase filología clásica?

Prof. Gorrroño: Desde luego, si supiese cómo ganar dinero sin trabajar, invirtiendo aquí o allá pondría todo mi empeño en hacerlo y se lo explicaría a mis allegados para que fuésemos todos mucho más felices.

Probablemente le ocurriría como a los que el vídeo que nos acompaña del documental Inside Job (ganador de un Óscar el año pasado, que nos recomendó un buen amigo), que puede usted ver o descargar en Series Yonkis mientras nuestro Gobierno nos lo permita: nunca sería suficiente.
Gracias profesor por acompañarnos, aunque fuese interesadamente. Creo que hemos aprendido mucho gracias a usted.

Prof. Gorrroño: Ha sido un honor y no sólo han aprendido ustedes de mí, sino que he de reconocerle que lo dicho tiene bastante sentido y aunque podría discutirse, algo de verdad hay sin duda, a pesar de no haber utilizado métodos estrictamente científicos.

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