La semana pasada, a raíz de un comentario, quedamos en explicar el pie de una foto que recordaba el lugar donde dio clase el difunto Planck.
Aclaremos primero qué es lo que no queríamos decir, porque es cierto que así dicho: ‘La muerte y la Ciencia, siempre de la mano’, puede incluso ofender, tanto más cuanta más fe se tenga en ella. Se debe una explicación para evitar malos entendidos.
En primer lugar, hay que aclarar que el saber popular no es ciencia en ningún sentido. Cuando decimos ‘La Ciencia y la muerte, siempre de la mano’ no nos referimos al saber popular. Si entendemos que la Ciencia es un tipo de conocimiento, el pueblo de eso todo lo ignora. Saber por las huellas de un animal de qué especie se trata e incluso un tamaño aproximado, o cuál es el mejor momento para la siembra de esto o lo otro, o mirar al cielo y saber si va a llover o no, o mirar a las estrellas y saber dónde está el norte; este tipo de saber (genuino del pueblo) no tiene que ver con la muerte, antes al contrario, con lo más vivo en que podamos pensar. Es un saber no institucionalizado, que no aprenderás en el colegio ni en la universidad.
Más cerca de lo que queríamos decir, pero tampoco, encontramos lo que quiera que hagan los laboratorios con los dineros del Capital. Que si pastillas adelgazantes con efectos secundarios poco estudiados, que si rejuvenecedores de maduritos para que no lo parezcan tanto, que si antibióticos de última generación para ancianos seniles de 90 años que cuestan un riñón y que sólo puede comprar el Estado... Esto es una suerte de prostitución de la ciencia, una indecencia que pretenden hacernos tragar como inevitable, que poco tiene que ver con científicos honestos como, por ejemplo, Einstein, del que hablaremos un poco más adelante.
Sin duda, también algo de lo que decíamos, aunque, otra vez, tampoco era eso, iba por los hospitales en los que se implantan glándulas mamarias de plástico, se succionan grasas acumuladas frente al televisor, se blanquean dientes hasta que emiten luz propia o se implantan pelos para disimular la calvicie. En ellos, Científicos altamente cualificados con cientos de títulos y másteres intentarán que no mueras en una operación innecesaria.
Por último, tampoco nos referíamos, estrictamente, al pobre Einstein, que no era capaz de entender el mundo sin su Dios -‘Dios no juega a los dados’ pensaba-, y dedicó toda su vida a luchar contra la mecánica cuántica porque creía que lo aleatorio no tenía cabida en el universo. ¡Quién le iba a decir que los que le siguiesen con el cuento de las partículas tendrían más fe que él!
Precisamente antes de ayer el incansable Punset entrevistaba a un Científico que pretendía explicar la realidad no ya con varios mundos posibles (échale) sino, en un nuevo plano abstractivo, con distintos niveles de multiversos (O_o). Quitan a Dios pero ponen algo tan raro que uno ya no sabe qué decir. Aquí está (atención: puede provocar acidez):
Aclaremos primero qué es lo que no queríamos decir, porque es cierto que así dicho: ‘La muerte y la Ciencia, siempre de la mano’, puede incluso ofender, tanto más cuanta más fe se tenga en ella. Se debe una explicación para evitar malos entendidos.
En primer lugar, hay que aclarar que el saber popular no es ciencia en ningún sentido. Cuando decimos ‘La Ciencia y la muerte, siempre de la mano’ no nos referimos al saber popular. Si entendemos que la Ciencia es un tipo de conocimiento, el pueblo de eso todo lo ignora. Saber por las huellas de un animal de qué especie se trata e incluso un tamaño aproximado, o cuál es el mejor momento para la siembra de esto o lo otro, o mirar al cielo y saber si va a llover o no, o mirar a las estrellas y saber dónde está el norte; este tipo de saber (genuino del pueblo) no tiene que ver con la muerte, antes al contrario, con lo más vivo en que podamos pensar. Es un saber no institucionalizado, que no aprenderás en el colegio ni en la universidad.
Más cerca de lo que queríamos decir, pero tampoco, encontramos lo que quiera que hagan los laboratorios con los dineros del Capital. Que si pastillas adelgazantes con efectos secundarios poco estudiados, que si rejuvenecedores de maduritos para que no lo parezcan tanto, que si antibióticos de última generación para ancianos seniles de 90 años que cuestan un riñón y que sólo puede comprar el Estado... Esto es una suerte de prostitución de la ciencia, una indecencia que pretenden hacernos tragar como inevitable, que poco tiene que ver con científicos honestos como, por ejemplo, Einstein, del que hablaremos un poco más adelante.
Sin duda, también algo de lo que decíamos, aunque, otra vez, tampoco era eso, iba por los hospitales en los que se implantan glándulas mamarias de plástico, se succionan grasas acumuladas frente al televisor, se blanquean dientes hasta que emiten luz propia o se implantan pelos para disimular la calvicie. En ellos, Científicos altamente cualificados con cientos de títulos y másteres intentarán que no mueras en una operación innecesaria.
Por último, tampoco nos referíamos, estrictamente, al pobre Einstein, que no era capaz de entender el mundo sin su Dios -‘Dios no juega a los dados’ pensaba-, y dedicó toda su vida a luchar contra la mecánica cuántica porque creía que lo aleatorio no tenía cabida en el universo. ¡Quién le iba a decir que los que le siguiesen con el cuento de las partículas tendrían más fe que él!
Precisamente antes de ayer el incansable Punset entrevistaba a un Científico que pretendía explicar la realidad no ya con varios mundos posibles (échale) sino, en un nuevo plano abstractivo, con distintos niveles de multiversos (O_o). Quitan a Dios pero ponen algo tan raro que uno ya no sabe qué decir. Aquí está (atención: puede provocar acidez):
A lo que nos referíamos al hablar de una Ciencia que va de la mano con la muerte, era más bien a algo afín a la actividad que practica este último tipo de Científico. Pero de ello en concreto hablaremos mañana por no aburrir al personal, que bastante tienen ya con sus trabajos o con buscarlos.
Agradezco tu post sobre el comentario que escribí el otro día. Practicamente de acuerdo con todo lo que expones, aunque en algunos de los ejemplos que pones, yo no lo calificaría como ciencia, sino como pseudociencia. Un saludo y esperando el siguiente.
ResponderEliminar