¡Buenos días! Por aquí tenemos la sana costumbre -conforme al sentido común- de preguntar nos por lo que nos llueve desde arriba, sobre lo que pretende imponerse como dado, bueno, o natural; no vaya a ser que ni tuviese por qué ser así, ni fuese bueno, o, por casualidad, fuese cualquier cosa menos natural. Qué le vamos a hacer, todavía quedan algunos de esos, la minoría, dando por saco a los de arriba. Pero ahí estamos para su desgracia (quién sabe si para su perdición ;-)). En ese afán dimos con esta conversación universitaria que merece la pena reproducirse:
"Creo que será bueno que escribas algo sobre la jornada laboral.
Becario: Maestra, sé que está acostumbrada a tratar con las miserias de los que por aquí se arrastran, pero pertenezco a la asociación ‘Becarios por la Dignidad’ y si quiere que escriba algo sobre eso para poder ponerlo a su nombre... tendrá que darme alguna indicación más.
Se nota que es tu primer día, te daré indicaciones y lo publicaremos a tu nombre. La fama y el dinero me sobran, si no sería difícil que te enseñase algo porque estaría más preocupada por eso, cuando el que me preocupa de veras eres tú.
Becario: ¿A mi nombre? ¡Guau! Es que el otro Profesor al que servía…
No perdamos más el tiempo con formalidades. Mira este antiguo libro: 'Organización Internacional del Trabajo. Convenio sobre las horas de trabajo, 1919'
Becario: Rediós, está más sucio que el sobaco de una mona. Es viejo de narices ¿no?
Sí, la verdad es que tiene un poco de polvo, nadie pregunta por él.
Becario: ¿Es suyo?
No soy tan vieja, chaval. Se escribió justo después de la primera entrega de las ‘Guerras Mundiales’, el mismo año en que se firmó el Tratado de Versalles (la Paz I).
Becario: Pero si el iPad se quedó obsoleto en menos de un año ¿qué puede aportarnos ese texto que tiene cien, maestra?
No es lo que te da, sino lo que te quita: la vida. Te condena al Trabajo. Ahí se fija la jornada laboral en 48 horas semanales, lo ‘novedoso’ es que desde entonces no ha pasado nada.
Becario: En cien años de progreso progresado y desarrollo sin freno ¿nada?
Nada, aquí no pasa nada: la U.E. en 2003 simplemente prohibió trabajar más de 48 horas (como son más modernos dicen lo mismo pero haciendo que parezca un logro): 'Directiva 2003/88/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 4 de noviembre de 2003, relativa a determinados aspectos de la ordenación del tiempo de trabajo'.
Becario: Pero aquí la jornada laboral es de 40 horas ¿no? ¿Qué es por los Sindicatos? ¿Se decidió así entre los trabajadores, maestra?
No, por Dios. Se trata de un Empresario como Dios manda, Henry Ford, que fue pionero en esto de humillar algo menos, y en 1926 se le ocurrió que la gente podía trabajar 40 en vez de 48 horas: cronología de la Empresa Ford (ver 1 de mayo de 1926). Así que, mientras se espera el nuevo mesías, todo sigue igual.
Becario: ¿Insinúa que el hecho de que millones de personas trabajen entre 40 y 48 horas semanales –en el mejor de los casos- depende del capricho de un iluminado, y que no responde a una necesidad real?
Sí.
Becario: En 1926 mis abuelos se limpiaban con una piedra después de cagar, y no tenían dinero para zapatos.
Así es, eran otros tiempos. ¿No te parece curioso que se mantenga el mismo número de horas que en 1926? ¿Puedes creer que las increíbles máquinas y la bendita Ciencia no hayan liberado -¡ni si quiera un poquito!- en 100 años de esa esclavitud, que es el trabajo, al hombre? ¿Cómo puede ser que los bosquimanos trabajen la mitad que nosotros si viven en la pre-Historia?
'Existen diversos estudios sobre sociedades cazadoras-recolectoras (Marshall Sahlins, Pierre Clastres) que indican que los aborígenes australianos de la Tierra de Arnhem y los bosquimanos del sur de África apenas dedicaban de 3 a 5 horas diarias a asegurar su subsistencia […]'. Wikipedia, Reducción de la jornada de trabajo (la negrita es nuestra).
El caso es que una sociedad basada en el consumo desmedido necesita tiempo para que se consuma, así que de lunes a viernes trabajas, los sábados y domingos consumes.
Becario: ¿Quiere decir que, en el fondo, no hay tiempo libre?
No, no lo hay, sólo esclavo. Pero imagina por un momento que no nos dedicásemos a la producción de inutilidades, sino que hubiese que hacer algo útil, algo que mereciese la pena, por ejemplo, un puente para cruzar el río que dificulta llegar a ese campo de manzanos:
[Desde arriba]
La planificación desde arriba impone una jornada de 40 horas semanales, unos plazos (ya se sabe todo, cuándo se empieza, cuándo se acaba…), materiales, contratos, sobornos, chanchullos, relamidos, servilismos y también los que saben, los que administran la muerte como éste:
Que, no casualmente, permanecen ociosos. Fíjate en lo que dice don Pancho: ‘no trabajo, pero tengo muchas Ideas’. Esperemos que ese no sea tu caso.
Becario: ¿Prefiere que trabaje?
No, hombre, que no tengas Ideas, o que aprendas a deshacerte de las que te queden. Si lo único que te queda son Ideas, apañados vamos. La Idea es la muerte. La Idea es el Saber, la negación de la posibilidad, la negación de la alternativa. Ya hablaremos de ello.
[Desde abajo]
¿Y si dependiese de los de abajo, de los que van doblar el lomo, hacer el puente?
Becario: Pues se escaquearían, robarían los materiales, desayunarían en más tiempo del debido, se tirarían dos horas para ir al baño, se pelearían por no hacer nada, se hincharían a porros y vino…
Madre mía, qué tarde llego ¡ya piensas como Ellos! Si realmente hubiese algo que hacer, es decir, si la cuestión no fuese producir inutilidades -¿quién, en su sano juicio, no se escaquearía de esto?-, sino hacer algo de verdad, algo que merezca la pena, algo útil de veras y por tanto hermoso, no habría horarios que cumplir. Pasaría como con los bosquimanos: se haría el puente con ingenio y mimo, quizás unos días se trabajase 8 horas y otros 10, no se sabe (de nuevo contra la Idea). Se trata de acabar la tarea cuanto antes para estar ociosos, para tener verdadero tiempo libre y comer esas manzanas sin prisas, amarse o lo que fuere. No hay plazos, simplemente queremos hacer un puente lo mejor posible para que podamos alcanzar esos manzanos sin tener que vadear el río.
Así que sólo con que te pares un poco, con que dejes de ver la Tele un rato –aunque sea cuando pongan anuncios, no te llevará más de 20 minutos- y te plantees la cuestión del Trabajo, concluirás algo así: si realmente fuese necesario trabajar, y habiendo Ministerios que se encargan de la cuestión, gente que sabe, gente preparada y elegida por la Mayoría (no unos cualquiera, porque cualquiera sabe que no es necesario el Trabajo); si el Trabajo es necesario como dicen y Ellos lo administran ¿no parece que lo que lo que le corresponde al gobernante es repartir el trabajo que haya de la manera más justa posible, para liberar a unos y alimentar a otros, en especial en momentos de crisis? Tiene que haber otras fórmulas, otros modos de repartir que, naturalemente, no se saben porque están ahí esperando a que los hagamos. No puede ser que se escriba Aragón con 68 átomos de cobalto ('Aragón, a la cabeza de la nanociencia', Heraldo.es, 5/1/12) y se tenga que repartir el trabajo como hace un siglo, o, en todo caso, cada vez peor.
Becario: La verdad es que no tiene mucho sentido, creo que ya tengo suficiente, maestra.
Déjame terminar. ¿Convendrás entonces que cuando el pueblo grita: ‘no es crisis, es una estafa’ a través de los mal llamados ‘Indignados’, lo dice con razón?
Becario: Decir otra cosa parece dejar de lado el sentido común, y sin embargo ahí parece estar instalada la Mayoría (en otra cosa).
Ja, ja, ja, ja. Aprendes rápido. Anda invítame a un café, que estoy seca."
"Creo que será bueno que escribas algo sobre la jornada laboral.
Becario: Maestra, sé que está acostumbrada a tratar con las miserias de los que por aquí se arrastran, pero pertenezco a la asociación ‘Becarios por la Dignidad’ y si quiere que escriba algo sobre eso para poder ponerlo a su nombre... tendrá que darme alguna indicación más.
Se nota que es tu primer día, te daré indicaciones y lo publicaremos a tu nombre. La fama y el dinero me sobran, si no sería difícil que te enseñase algo porque estaría más preocupada por eso, cuando el que me preocupa de veras eres tú.
Becario: ¿A mi nombre? ¡Guau! Es que el otro Profesor al que servía…
No perdamos más el tiempo con formalidades. Mira este antiguo libro: 'Organización Internacional del Trabajo. Convenio sobre las horas de trabajo, 1919'
Becario: Rediós, está más sucio que el sobaco de una mona. Es viejo de narices ¿no?
Sí, la verdad es que tiene un poco de polvo, nadie pregunta por él.
Becario: ¿Es suyo?
No soy tan vieja, chaval. Se escribió justo después de la primera entrega de las ‘Guerras Mundiales’, el mismo año en que se firmó el Tratado de Versalles (la Paz I).
Becario: Pero si el iPad se quedó obsoleto en menos de un año ¿qué puede aportarnos ese texto que tiene cien, maestra?
No es lo que te da, sino lo que te quita: la vida. Te condena al Trabajo. Ahí se fija la jornada laboral en 48 horas semanales, lo ‘novedoso’ es que desde entonces no ha pasado nada.
Becario: En cien años de progreso progresado y desarrollo sin freno ¿nada?
Nada, aquí no pasa nada: la U.E. en 2003 simplemente prohibió trabajar más de 48 horas (como son más modernos dicen lo mismo pero haciendo que parezca un logro): 'Directiva 2003/88/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 4 de noviembre de 2003, relativa a determinados aspectos de la ordenación del tiempo de trabajo'.
Becario: Pero aquí la jornada laboral es de 40 horas ¿no? ¿Qué es por los Sindicatos? ¿Se decidió así entre los trabajadores, maestra?
No, por Dios. Se trata de un Empresario como Dios manda, Henry Ford, que fue pionero en esto de humillar algo menos, y en 1926 se le ocurrió que la gente podía trabajar 40 en vez de 48 horas: cronología de la Empresa Ford (ver 1 de mayo de 1926). Así que, mientras se espera el nuevo mesías, todo sigue igual.
Becario: ¿Insinúa que el hecho de que millones de personas trabajen entre 40 y 48 horas semanales –en el mejor de los casos- depende del capricho de un iluminado, y que no responde a una necesidad real?
Sí.
Becario: En 1926 mis abuelos se limpiaban con una piedra después de cagar, y no tenían dinero para zapatos.
Así es, eran otros tiempos. ¿No te parece curioso que se mantenga el mismo número de horas que en 1926? ¿Puedes creer que las increíbles máquinas y la bendita Ciencia no hayan liberado -¡ni si quiera un poquito!- en 100 años de esa esclavitud, que es el trabajo, al hombre? ¿Cómo puede ser que los bosquimanos trabajen la mitad que nosotros si viven en la pre-Historia?
'Existen diversos estudios sobre sociedades cazadoras-recolectoras (Marshall Sahlins, Pierre Clastres) que indican que los aborígenes australianos de la Tierra de Arnhem y los bosquimanos del sur de África apenas dedicaban de 3 a 5 horas diarias a asegurar su subsistencia […]'. Wikipedia, Reducción de la jornada de trabajo (la negrita es nuestra).
El caso es que una sociedad basada en el consumo desmedido necesita tiempo para que se consuma, así que de lunes a viernes trabajas, los sábados y domingos consumes.
Becario: ¿Quiere decir que, en el fondo, no hay tiempo libre?
No, no lo hay, sólo esclavo. Pero imagina por un momento que no nos dedicásemos a la producción de inutilidades, sino que hubiese que hacer algo útil, algo que mereciese la pena, por ejemplo, un puente para cruzar el río que dificulta llegar a ese campo de manzanos:
[Desde arriba]
La planificación desde arriba impone una jornada de 40 horas semanales, unos plazos (ya se sabe todo, cuándo se empieza, cuándo se acaba…), materiales, contratos, sobornos, chanchullos, relamidos, servilismos y también los que saben, los que administran la muerte como éste:
Que, no casualmente, permanecen ociosos. Fíjate en lo que dice don Pancho: ‘no trabajo, pero tengo muchas Ideas’. Esperemos que ese no sea tu caso.
Becario: ¿Prefiere que trabaje?
No, hombre, que no tengas Ideas, o que aprendas a deshacerte de las que te queden. Si lo único que te queda son Ideas, apañados vamos. La Idea es la muerte. La Idea es el Saber, la negación de la posibilidad, la negación de la alternativa. Ya hablaremos de ello.
[Desde abajo]
¿Y si dependiese de los de abajo, de los que van doblar el lomo, hacer el puente?
Becario: Pues se escaquearían, robarían los materiales, desayunarían en más tiempo del debido, se tirarían dos horas para ir al baño, se pelearían por no hacer nada, se hincharían a porros y vino…
Madre mía, qué tarde llego ¡ya piensas como Ellos! Si realmente hubiese algo que hacer, es decir, si la cuestión no fuese producir inutilidades -¿quién, en su sano juicio, no se escaquearía de esto?-, sino hacer algo de verdad, algo que merezca la pena, algo útil de veras y por tanto hermoso, no habría horarios que cumplir. Pasaría como con los bosquimanos: se haría el puente con ingenio y mimo, quizás unos días se trabajase 8 horas y otros 10, no se sabe (de nuevo contra la Idea). Se trata de acabar la tarea cuanto antes para estar ociosos, para tener verdadero tiempo libre y comer esas manzanas sin prisas, amarse o lo que fuere. No hay plazos, simplemente queremos hacer un puente lo mejor posible para que podamos alcanzar esos manzanos sin tener que vadear el río.
Así que sólo con que te pares un poco, con que dejes de ver la Tele un rato –aunque sea cuando pongan anuncios, no te llevará más de 20 minutos- y te plantees la cuestión del Trabajo, concluirás algo así: si realmente fuese necesario trabajar, y habiendo Ministerios que se encargan de la cuestión, gente que sabe, gente preparada y elegida por la Mayoría (no unos cualquiera, porque cualquiera sabe que no es necesario el Trabajo); si el Trabajo es necesario como dicen y Ellos lo administran ¿no parece que lo que lo que le corresponde al gobernante es repartir el trabajo que haya de la manera más justa posible, para liberar a unos y alimentar a otros, en especial en momentos de crisis? Tiene que haber otras fórmulas, otros modos de repartir que, naturalemente, no se saben porque están ahí esperando a que los hagamos. No puede ser que se escriba Aragón con 68 átomos de cobalto ('Aragón, a la cabeza de la nanociencia', Heraldo.es, 5/1/12) y se tenga que repartir el trabajo como hace un siglo, o, en todo caso, cada vez peor.
Becario: La verdad es que no tiene mucho sentido, creo que ya tengo suficiente, maestra.
Déjame terminar. ¿Convendrás entonces que cuando el pueblo grita: ‘no es crisis, es una estafa’ a través de los mal llamados ‘Indignados’, lo dice con razón?
Becario: Decir otra cosa parece dejar de lado el sentido común, y sin embargo ahí parece estar instalada la Mayoría (en otra cosa).
Ja, ja, ja, ja. Aprendes rápido. Anda invítame a un café, que estoy seca."